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Justin Vernon, mejor conocido como Bon Iver, regresa con su cuarto disco de estudio que tiene como nombre, i,i.

i,iAmado por muchos, poco entendido por varios más. Difícil de digerir a la primera, a la segunda, inclusive a la tercera. Una obra maestra y al mismo tiempo una decadencia.

Distintas las sensaciones y sentimientos que, hasta ahora, está dejando i,i en las opiniones. Sí, el nuevo disco de Bon Iver llegó otoñal, con temática para sus escuchas y con un imprescindible sabor depende la persona que lo saboree.

La agrupación encabezada por el fuera de serie Justin Vernon adelantó la fecha programada del lanzamiento del álbum, originalmente pactado para el 30 de agosto, pero para sorpresa de todos, el material se colgó a todas las plataformas de streaming el 9 de agosto, justo un día después de hacer una temática llamada listening party, la cual consistió en que un pequeño grupo de personas escuchara por primera vez todo el i,i de pies a cabeza a puertas cerradas en una tienda de vinilos popular seleccionada de una ciudad en distintas partes del mundo, donde México no fue la excepción.

Y bueno, la cosa quedó en que hasta el 30 de agosto se podrá adquirir el disco en físico. Un caos de fechas y mal informaciones, vaya.

Pero el punto es que i,i llego más pronto de lo que pensábamos. Esta vez no tuvimos que esperar cuatro años, si no tres para el procedente del también cuestionado y alabado 22, A Million en el 2016 por las técnicas nuevas aplicadas hacia su música. Entonces, la incertidumbre con i,i era si Bon Iver se mantendrían por esa línea o regresarían al sonidos más folk característico de sus dos primeras entregas.

La introducción del i,i se da a partir de Yi, una pieza de poco más de 30 segundos en la que diversos instrumentos y voces carraspean como alistándose para dar paso a iMi, el segundo track con la que tiene conexión directa e imperceptible. iMi es una canción armada por diversas tonalidades de voz de Justin Vernon: entrando una al terminar la otra, encimándose y creando diferentes atmósferas junto a las cajas de ritmo y el sax desenfrenado, aunado a la colaboración de James Blake en algunos coros . Un factor que realmente se agradece.

La siguiente es We, un extracto de los más sombríos, y no por ser mala, si no por la melodía que la acompaña, aunque después disminuye ante al aparición de los sax que toman protagonismo.

Holyfields marca el retorno principal de las cajas de ritmos y los sonidos minuciosos, ligeros, pero indispensables para amenizar el canto de Vernon y los violines que hacen su aparición para la parte final del tema.

Casi a la mitad del camino llega Hey, Ma, el primer sencillo del i,i. Tan encantadora de escuchar y de cantar también, con ese feeling y nostalgia muy peculiar al For Emma, Forever Ago y al disco homónimo de Bon Iver, pero con algunos sonidos actuales que nos hacen saber del aquí y ahora. Y justo con ese mismo sentimiento de soul, pero con el piano a primer plano, se asoma U (Man Like) con sus coros tipo Gospel o de R&B.

Naeem, que gran canción. Desde su entrada llevada a través del piano, del cántico de Justin Vernon, hasta su piedra medular con coros y batucada a un ritmo afrobeat que va teniendo una potencia exponencial al tono incrementado de la voz y de la adición del sax.

Jelmore se presenta como un track más experimental, maneja por cajas de ritmo y matices electrónicos fuera de sintonía, pero con las letras de Vernon manteniendo todo bajo control.

El segundo sencillo llega al fin: de nombre Faith, es este otro corte encantador que se rige entre una melodía entrañable de piano, una suave guitarra eléctrica y algunos violines; eso, hasta llegar a la mitad del sencillo, en su coro donde sampleos bruscos se suman para reforzar la experiencia y llevarla a un clímax fabuloso.

La pasividad y tranquilidad llega de la mano de Marion, una canción cuasi-acústica por sus guitarras folk e instrumentos de viento en ella, mismos instrumentos de viento que se escuchan en Salem, canción siguiente que recompone el volumen hacia un sonido más alegre, pero que vuelve a irse a lo más paradisíaco en Sh’Diah, un extracto pacífico y que genera una sensación de estar bajo el agua e ir cayendo a la profundidad más y más entre cada acorde del saxofón que a estas alturas sale sobrando el mencionar que es el instrumento más elemental de todo el i,i.

La igual encantadora RABi es la meta. La culminación de una experiencia que se siente más madura por parte de Bon Iver, una en donde logran fusionar ambos sonidos, el de los primeros dos discos y el de 22, A Million y lo forjan más digerible. Aún con eso, es comprensible si a primera escucha muchos de ustedes no lo logren asimilar, i,i es un álbum que se tiene que repetir y repetir y repetir para dar una una conclusión final.

Llamarlo como tal, una obra maestra, puede que no, porque para empezar no sé si se pueda igualar al 22, A Million, pero sí es un material de esos que con el paso del tiempo tienden a envejecer de buena forma al escucharlos. Es un disco de esos que por supuesto, no pasan desapercibidos.

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REVIEW OVERVIEW
i,i
Explorador galáctico de las órbitas musicales. Vivo en una y mil canciones más.
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