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San Fermin es la representación musical de una pintura abstracta de los años 70: equilibrada, amable con los sentidos, nítida, incluso con el peso cultural que esto conlleva.

El talento está relacionado con la capacidad intelectual para desempeñar un trabajo. A lo largo de la historia se ha demostrado que los músicos son mentes maestras enfocadas a la creatividad, con un solo propósito, dejar huella en el mundo, que su nombre retumbe para siempre, asegurando la inmortalidad.

La gran manzana ha sido plataforma impulsora de grandes estrellas por décadas, vio crecer a Frank Sinatra, incluso, mucho se ha especulado acerca de la instalación del blues como género definido en las esquinas de esta inefable ciudad. Por los factores trascendentales que engloban su línea cronológica, se ha convertido en un cliché; se dice, que todo lo que proviene de ahí es garantía de éxito rotundo.

Ellis Ludwig-Leone nació en Rhode Island, sin embargo, abrazo la vida en Brooklyn donde fundo su masterpiece: San Fermin.  Ellis se desarrolló bajo el influjo de la realidad contemporánea de los años 90, en él, habitaban infinidad de inquietudes sobre el futuro, en concreto, ¿qué hacer con este? Sin saberlo su mente ya había trazado un destino en blanco, con él, como guionista.

Ludwig asistió a uno de los centros educativos más prestigiosos: La universidad de Yale, donde abarrotó su sistema nervioso de herramientas ligadas a la composición musical, las cuales, ligaron a la perfección con su ambición de alcanzar el cielo con sus escritos, dedicados a la evolución del pensamiento artístico.

Critico consigo mismo, sus elegantes partituras adornaban desde operas clásicas, pasando por el ballet, involucrando un género de bisectrices alternativas, constantes cambios y la incertidumbre que conlleva en indie rock. Logró una mezcla impecable, no solo de generaciones, si no de ritmos circunferentemente opuestos.
Encontrar alineación no es difícil, lo complicado es hallar la ideal, aquella que, cumpla todas las expectativas y las supere, con la que se disfrutaran experiencias positivas, se sufrirán negativas, pero, nunca se ira. A la par de este paso, su primer disco estaba listo para ser grabado, las letras ya estaban, pero, ¿Cómo las interpretaría?

Buscando en las locaciones más presuntuosas, encontró a un grupo de artistas exquisito en conocimiento, segregando habilidad instrumental por todas las partes de su cuerpo. Allen Tate (voz), Charlene Kaye (voz), John Brandon (trompeta) Stephen Chen (saxofón), Tyler McDiarmid (guitarra), Claire Wellin (violín), Michael Hanf (batería), y administrando el área de producción desde el sintetizador Ellis Ludwig- Leone, conforman la banda actualmente.

Todo estaba listo. Para este, su álbum debut, titulado San Fermin (2013) Rae Cassidy se posicionaba en la voz principal y Rebekah Durham estaba a cargo del violín.

La aparición de este disco en las principales plataformas digitales, les permitió abarcar el mercado local de manera inmediata, posteriormente los altos mandos de Downtown Records acapararon las obras de la banda para su completa representación, hecho que los motivaría a enfocarse en el siguiente escalón.

Jackrabbit (2015) está lleno de energía y movimientos sintéticos, incorporando espacios acústicos. Ahora, una nueva cara le sonreía al micrófono principal: Charlene Kaye.

Dedicaron dos años a la travesía de cualquier músico que no gusta del estanque profesional; prueba y error, subiendo nuevo material, clasificándolo en bloques pertinentes, bajando ideas al plano tangible para separar lo utópico de lo real.

De esta manera surgió Belong (2017), cuyo contenido denota calma en sus elementos, desarrollando un sonido maduro y con profundidad estética.

Belong les brindó la oportunidad de ampliar el panorama, dejándolos listos para una gira internacional, cuyas locaciones adjutan Vienna, Sellersville, Los Angeles, y tristemente nuestro país no se encuentra en la lista, no obstante, no perdemos la esperanza.

Seguiremos mordiéndonos los labios de ansiedad, esperando que el destino nos una, mientras, les mandamos mucha energía para no desertar y ser parte de la larga lista de proyectos a medias.

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Príncipe de Cd. Nezahualcóyotl. Partidario de la libertad artística, voy por la vida defiendo a los bulleados musicales aunque no siempre gane. No existe música sin sentido, solo gente sin sentimientos.