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El mundo está lleno de gente que camina sin sentido; es una verdad relativa. Tyler Gregory Okonma es absoluto. Actor, compositor, diseñador gráfico, productor, diseñador de modas, empresario, rapero y un par de títulos extra que cuelgan en su curiculum, crean una expectativa difícil de superar. Más allá del sentido superficial, Tyler, The Creator es una máquina de incansable de propuestas ingeniosas, mismas que los dioses griegos envidiarían.

Originario de L.A. California, lugar donde los talentos de desenvuelven gradualmente en los callejones y el destino de una persona se escribe en el cunero de algún hospital público. Desde la niñez sus capacidades intelectuales eran más específicas que el resto de niños en su entorno, algo acrecentaba dentro de su hipotálamo. En efecto, el virus de la creatividad sempiterna habitaba en él, y no existe antídoto para esta rara enfermedad.

Para el mundo en general, podría parecer algo efectivo y hasta un don, pero para los genios es un mal que aqueja desde que amanece hasta que anochece. Podemos encontrar entre los múltiples efectos secundarios: Trastorno obsesivo compulsivo, incontables crisis de ansiedad, déficit de atención e insomnio, pareciera una experiencia aterradora hasta que se encuentra en enfoque correcto.

Con 14 años de edad, Tyler sufría de repetitivos choques de realidad, donde su estabilidad mental era puesta en juego. Hasta que el día llego, la musa y dueña de los buenos sentimientos de los talentos natos, apareció en forma de piano. La música se había adherido a su estilo de vida, situación que desconcertó a sus padres en gran parte de su adolescencia, pero hoy en día las glorias del rapero adornan sus paredes.

Solo era cuestión de tiempo para que las referencias heterogéneas de Los Ángeles, causaran en Tyler una apertura de género. En el 2007 redujo a una sola institución a diversos raperos interesados en el crecimiento: Odd Future, a partir de este momento su hambre por avanzar no obstaculizo límites.

En el 2009, F.M.F Entertainment configuro la primera piedra para la apología del rapero: Bastard.

Las circunstancias negativas están a la orden del día, totalmente nuestra es la decisión el dejarnos victimizar por estas. En el 2010 la disquera que le brindaría la mano, retiraría la oferta para un segundo material. Tyler tomaría el motín recaudado por su primer álbum para edificar: Odd Future Records, su propio sello discográfico. Esta nueva sociedad en conjunto con XL Records sería la caldera que fusionaría el blues y el hip-hop de raíces nigerianas en Goblin (2011)

A pesar de la tormenta la calma llego. En los siguientes 4 años las creaciones no tenían fin, una línea de ropa aseguraba el éxito económico y sus dos siguientes proyectos musicales atesoraban buenos recuerdos. Wolf (2013) y Cherry Bomb (2015) lo consagraron en las listan Billboard.

 

Como si se tratase de un ritual obsesivo, el 2017 auguraba el retorno del lobo inversionista de fantasías quinestésicas y de sueños compuestos por la verdad. Con un público empalmado y doblegando a la vieja industria musical, la ambición del californiano volvería a la tierra de los mortales. Flower Boy vio la luz en julio, carente de superfluialidad, colocaciones de jazz gravitan en el ambiente y con el esnobismo apuntando a la cima de los mejores discos del año, se reafirma el posicionamiento de una nueva era.

 

Si nuestros cálculos no fallan el 2019 volverá cambiar nuestra perspectiva a la hora de escuchar hip-hop. Deseando conocer el secreto detrás de la extravagancia, esperamos ese resplandor que tanto necesitamos, recordando que Tyler siempre pone toda la carne en el asador.

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Príncipe de Cd. Nezahualcóyotl. Partidario de la libertad artística, voy por la vida defiendo a los bulleados musicales aunque no siempre gane. No existe música sin sentido, solo gente sin sentimientos.