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Con La Libertad del Diablo, el director Everardo González nos acerca a la guerra del narcotráfico en la zona norte de México, pero decide que sean los involucrados los que cuenten su propio infierno.

El narcotráfico en México es nuestro pan de cada día, una guerra que ha cobrado millones de vidas y que nos ha dejado la peor herencia que puede existir: el dolor. La violencia y el terror en la sociedad mexicana no conoce de edades, nombres ni rostros, es un monstruo que dejamos crecer y ahora ataca para saciar su hambre incontrolable.

Los testimonios son dados por todos los personajes, no importando el rol que les tocó asumir: las víctimas a quienes les han quitado a sus familiares, los victimarios cuyos asesinatos han destruido familias, los justicieros representados por un militar que cuenta la doble cara de la ley y la fuerza civil representada por ciudadanos que están hartos de la violencia, pero aún más de la incompetencia de las autoridades. Todos ellos cierran un cuadro dramático dentro del documental mediante el cual podemos conocer los diferentes ángulos de la cruda realidad.

Pero en las guerras no hay ganadores y todos perdemos algo. El dolor nos afecta a todos de manera distinta; por ello, Everardo González utiliza máscaras como elemento que enfatiza el tono dramático del documental.

Pero el uso de estos objetos va más allá de proteger el anonimato y son usadas como un elemento narrativo poderoso; el material con que están hechas es tan delgado que se aprecia cuando el entrevistado deja caer la más mínima lágrima, creando ventanas del dolor que desnudan los ojos, esos que nos hablan sinceramente más allá de los rostros. La técnica de la entrevista se basó en que los personajes se sentaban ante un espejo (al más puro estilo de Errol Morris) por lo que frente a ellos estaban ellos mismos, contestando las preguntas del director, quien se encontraba detrás del reflejo, una especie de autoconfesión. Esta técnica logra una catarsis estremecedora que se transmite a lo largo del filme.

La fotografía de este documental tiene un peso importante dentro de su narrativa, pues no sólo son insertos para situarnos en el lugar, funcionan como complementos metafóricos a cada experiencia que se nos acaba de relatar, encuadres pensados para simbolizar los sentimientos de los personajes que nos cuentan su historia.

La Libertad del Diablo es una mirada distinta a la guerra del narcotráfico, una historia contada por aquellos que han tenido que permanecer callados, y como documental, es uno de los trabajos más interesantes que se han visto, gracias a la exploración de los elementos narrativos y las posibilidades que brinda este género tan necesario en nuestra sociedad.

Imperdible.

 

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