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Después de años de “seguir” la carrera de Silverio puedo afirmar algo con seguridad: jamás he visto otro espectáculo como el de él (ni creo encontrarlo) en la vida.

Texto y fotografías por: Alexandra Olán

Julián Lede AKA Silverio es un personaje que no conoce la palabra vergüenza, de hecho, su show puede percibirse como una oda a la indecencia en más de un sentido, pero ¿who the f*ck cares? Cada que Julián y su alter ego pisan un escenario se encarga de hacer enloquecer a la audiencia y asegurarnos un show en el que si no sales madreadx de tanto bailar en el slam por lo menos podrás cagarte de risa un buen rato.

Anteriormente había visto a Silverio en múltiples recintos como el Pata Negra o durante su presentación en el Vive Latino, sin embargo, el California Dancing Club nos transmite un tipo de ambiente diferente desde que nos aproximamos a este.

Recorremos Tlalpan mientras por la ventana del automóvil podemos observar los vistosos vestuarios de las chicas que se posicionan sobre la avenida para iniciar una larga velada laboral en sus extravagantes tacones y minutas minifaldas que se imponen ante el frío que cae en la noche sobre la Ciudad de México.

Al ingresar al lugar diversos posters de eventos de cumbia y salsa embellecen las paredes, así como flores y pinturas de rumberas que nos evocan a los años 50’s (fecha en que el club abrió sus puertas). Actualmente podríamos definir a este recinto con un ambiente más kitsch, la exótica decoración resulta ideal para presenciar un show de Su Majestad Imperial, Silverio.

La multitud comienza a tomar sus posiciones para el baile cuando Digital Charanga sale con sus máscaras de luchadores a posicionarse sobre el escenario. Una chica con un vistoso traje rojo de rumbera sale a bailar y posteriormente desciende hacia la audiencia para abrir la pista de una forma prácticamente perfecta para la velada.

Un poco después de la medianoche Silverio aparece en la planta alta, esto a pesar de que pudimos escuchar previamente algunos gritos por parte de la audiencia exclamando “¡Ya apúrate que me cierran el metro!”.

Con traje de lentejuelas y una camisa satinada roja Silverio se posiciona detrás de las letras luminosas que llevan su nombre y adornan la mesa de las tornamesas y sintetizadores que emitirán las tonadas que pondrán a bailar a todo el California Dancing Club.

Su “séquito de aborígenes” (como nombra a sus fans) lo aclama desde el inicio y más de una vez podemos escucharlos gritarle “¡Ya quítate la ropa!”. Los típicos insultos que se suelen escuchar durante sus conciertos se hacen sonar hasta el punto en que las latas de cerveza comienzan a volar por los aires y unas llegan exitosamente al escenario, mientras que Silverio sigue incitando a la audiencia a perder el control entre escupitajos y mentadas de madre mientras éxitos como Perro, Yepa yepa yepa y Salón de belleza se hacen sonar.

De un momento a otro la ropa de la “leyenda urbana” proveniente de Guerrero comienza a desaparecer tal y como era de esperarse. Primero se desprende de su camisa hasta el punto de no quedarse con más que su característica tanga roja mientras baila enérgicamente hasta por encima de las tornamesas.

Poco después de una hora Su Majestad Imperial se despide y las luces del California Dancing Club se van atenuando para despedir a los asistentes que salen sonrientes hacia Calzada de Tlalpan preguntándose ¿de aquí a dónde? Ya que después de la euforia que provoca un show de Silverio es difícil irse inmediatamente a dormir (yepa yepa yepa).

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