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Hell or High Water es la muestra perfecta de que en el cine, la regla del “menos es más” también aplica y es más efectiva que cualquier presupuesto enorme o una historia muy complejamente elaborada.

“I’ve been poor my whole life, like a disease passing from generation to generation. But not my boys, not anymore.”

Hell or High Water es una película con muchas virtudes, pero si hay que destacar alguna de ellas, sin duda tiene que ser el guión; es tan simple pero tan efectivo, sencillo pero grandioso.

Tan sobresaliente que al terminar la película, nos deja la sensación de que estuvimos en un viaje más elaborado y profundo, cuando en realidad es la historia más simple que se puede contar con los conceptos más básicos del guión cinematográfico.

Cada personaje está muy bien definido, incluso los secundarios e incidentales, quienes aportan cierta esencia poco común al pueblo donde se desarrolla la historia, formando una atmósfera muy especial de decadencia y aislamiento social. Tenemos cuatro personajes que podríamos considerar principales (aunque técnicamente, tendríamos dos principales y dos secundarios) que en el western común, entrarían en el cliché de los buenos versus los malos, los ladrones versus los sheriffs; pero en Hell or High Water la línea que divide el bien del mal no existe, sólo vemos personas que buscan un fin acorde a sus creencias, e incluso los veremos reflejarse en el bando opuesto.

La hermandad representada por Toby (Chris Pine) y Tanner (Ben Foster), no es muy diferente a la que tienen el Sheriff Marcus (Jeff Bridges) y su nativo compinche Alberto (Bill Birmingham), aspecto con el que el guión los orilla a encontrar su contraparte en sus enemigos.

Con una secuencia inicial estupendamente filmada, el director David Mackenzie nos encierra en un pueblo desolado, donde vemos carteles publicitarios ofreciendo préstamos para pagar las hipotecas de las casas, pueblerinos que se refugian en lugares donde puedan tomar un trago, un lugar casi olvidado que podría representar el lado de Norteamérica responsable de la elección de Trump como presidente, ese sector que no tiene mayor ambición que poder salvar lo poco que tienen de los hambrientos bancos y que prefieren hacer justicia por su propia mano contra todo peligro exterior que llegue a su territorio.

Las escenas de acción no son exageradas y le tiran más al realismo, los balazos son los necesarios y las persecuciones se sienten como verdaderos medios de escape y no un adorno para lucir autos.

Hermosamente filmada, pero sobre todo de manera efectiva, Hell or High Water es un camino de emociones contenidas que esperan el momento de explotar, un western con un ritmo distinto pero que no deja de ser salvaje y una clase maestra de cómo con un guión tan bien escrito, no es necesario un gran presupuesto ni actores famosos, sólo personas que confíen en un material tan bueno como el de Hell or High Water. Una película tan sencilla, pero muy efectiva.

 

 

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