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No importa cuántas veces cuentes la misma historia, lo importante es como la cuentes. Barry Jenkins toma tópicos en Moonlight muy comunes de las películas que relatan el estilo de vida de la raza negra en los Estados Unidos, como la grieta familiar, la discriminación y las pocas oportunidades que existen para esa raza en la sociedad, pero no los utiliza a manera de chantaje, por el contrario, los hace partícipes de la realidad, como parte de lo cotidiano en el mundo de Chiron.

“A la luz de la luna, los chicos negros se ven azules”

 El mérito de Moonlight es la importancia que Jenkins le da a la historia por encima de todo, contando la trama dentro del ambiente y no dejando que el mismo afecte el desarrollo del protagonista, sólo los personajes secundarios.

La narrativa está fragmentada en tres capítulos: Little, Chiron y Black, y en cada uno Jenkins busca darle el protagonismo al desarrollo de su personaje Chiron, por lo que el entorno se adapta a él, los personajes orbitan alrededor de Chiron, desaparecen de la historia sin mayor escándalo y la transición entre capítulos se da en el momento en que ocurre algo que haga evolucionar al personaje principal. Lo demás es lo de menos.

La estética crea una atmósfera de la que la película no escapa; permanece en un estado mental, un sentimiento: la melancolía. El juego de colores azul y morado, con sus diversas tonalidades, es estéticamente un logro destacable, recordando el ambiente que crea Wong Kar Wai en sus películas; la corrección de color es exquisita, resaltando tonalidades oscuras y fusionándose con colores cálidos, reconfortantes, como pequeñas palmadas en el hombro al protagonista para decirle que está bien sentirse triste.

Otro aspecto sobresaliente es la música, el soundtrack es exquisito. Muy influenciado por Wong Kar Wai, Jenkins logra un balance notable entre el silencio y la musicalización de los momentos emocionales con el score de Nicholas Britell; llama la atención como en el uso de canciones de otros artistas, como el liberador momento musicalizado por Caetano Veloso o la declaración sentimental con Barbara Lewis, Jenkins decide cortarlas de golpe, como si se tratasen de la musicalización de un sueño que no tiene cabida en la realidad de Chirone y sus buenos momentos tienen caducidad.

No es una película perfecta, en gran parte por la inexperiencia de Jenkins quien se regodea en su estilo para filmar y repite recursos en momentos completamente diferentes en la historia, lo que pierde el sentido de la intención inicial (esas tomas 360, por ejemplo) y su estructura narrativa fragmentada en capítulos para muchos, puede representar un estorbo en su intento por conectar con la historia.

Sin embargo valdrá la pena darle tiempo a Jenkins, que poco a poco irá dejando sus influencias de Wong Kar Wai o David Gordon Green e irá encontrando un estilo muy interesante, del cual se ven destellos fascinantes en Moonlight.

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