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El año es 1988, Donnie Darko despierta en un campo de golf (como suele hacerlo seguido debido a su sonambulismo), pero con unos números escritos en su brazo: 1.28.6.42.12.

Estos números le fueron revelados por Frank, un conejo gigante quien ha venido a advertirle a Donnie sobre el fin del mundo, que será exactamente en 1 mes, 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos.

La ciencia ficción es un género del que es imposible escapar; tarde o temprano te encuentra en un libro, un programa de tv o en el mejor de los escenarios, en una oscura sala de cine, a través de una película que se implantará en su mente para toda la vida.

Yo tenía 16 años cuando descubrí Donnie Darko, o mejor dicho, cuando Donnie Darko me encontró, y aunque había tenido emocionantes encuentros con la ciencia ficción, ninguno me había hablado íntimamente como lo hizo este filme. Pero Donnie Darko fue mucho más que eso.

Un joven estudiante de cine, originario de Virgina de nombre Richard Kelly, se aventuró a conseguir el financiamiento para producir y filmar un guión que había escrito, lo cual no fue fácil pues no es fácil vender un thriller psicológico sobre un joven atormentado que ve a un conejo gigante quien le advierte sobre el fin del mundo; pero hay historias que parecen estar destinadas a ser contadas y una entusiasta Drew Barrymore lo sabía.

Barrymore no sólo actuó en el filme, también fungió como productora ejecutiva (la del varo pues) e intervino para que la película que estaba prevista para ir directo a DVD, tuviera su estreno en cines.

A esta casualidad se le sumaron el ya famoso Patrick Swayze (Ghost, Dirty Dancing) quien aceptó actuar por muy poco dinero y el estupendo casting que reclutó a Jake Gyllenhaal, una entonces joven promesa de la actuación cuyo talento quedó inmortalizado en el papel de Donnie y sobre el que recae el complejo universo de la cinta.

La ópera prima de Kelly toma como punto de referencia el micro caos de la adolescencia de Donnie, desde el cual explora el entorno surrealista de los suburbios norteamericanos y los seres que habitan en él. La película se desarrolla en medio de elecciones presidenciales, lo cual nos proyecta un tiempo de cambio desde el inicio, pero este hecho divide a la familia Darko y a toda una sociedad, hasta que el caos y las paradojas dominan la razón, como si no importara el bando que tomes o que postura representes. En una de sus alucinaciones con Frank, Donnie le pregunta: ¿Por qué llevas ese estúpido disfraz de conejo? a lo que Frank le responde ¿Por qué llevas ese estúpido disfraz de humano?

La atmósfera ochentera de Donnie Darko está sublimemente montada con un score envolvente de Michael Andrews y respaldado por un soundtrack que incluye rolas de Tears For Fears, Joy Division, Duran Duran, entre otros. Cada rola es utilizada a la perfección en escenas que marcan un momento especial en la película; pero nada se compara con el devastador y desconcertante final musicalizado por un cover a Mad World de Tears for fears interpretado lúgubremente por Michael Andrews y su lapidante piano.

La soledad, la ansiedad y el destino, son las claves para comprender lo que Donnie Darko nos busca contar, sin embargo, es inútil buscar explicaciones a esta película, porque ante todo, es una experiencia cinematográfica; una montaña rusa de conceptos a la que hay que dejarse llevar y levantar los brazos para sentir el vértigo de no saber nada. Un mundo de falsos profetas, una sociedad hipócrita y Existen muchas teorías en blogs y videos especializados en encontrar la explicación a esta película, pero créanme, la mejor teoría al respecto es la que ustedes obtendrán días después de haberla visto.

Y es que quizás ese sea el mejor legado de Donnie Darko, el enseñarnos a un montón de adolescentes que las grandes películas no necesitan explicación, porque en su misterio radica su atemporalidad.

En medio de cientos de películas que adormecen la mente, siempre estará Donnie Darko para despertarla.

 

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