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La soledad, el miedo al abandono y lo que entendemos por muerte, son algunos de los temas implícitos en ese cadáver exquisito que es Un cadáver para sobrevivir (Swiss Army Man), un cúmulo de miedos existenciales disfrazados de escatológicos e inofensivos chistes.

Tras una larga temporada aislado en una isla desierta, Hank (Paul Dano) agobiado por la sed, el hambre y la soledad, ha decidido que su única salida es el suicidio; pero justo antes de colgarse para consumarlo, ve a lo lejos el cuerpo de un hombre, quien se encuentra inmóvil a la orilla de la playa.

Hank suspende su suicidio y acude al auxilio del hombre, sólo para descubrir que se trata de un cadáver (Daniel Radcliffe) en estado de descomposición. Este cadáver puede significar el colmo de la desesperanza para terminar con su vida, o podría tratarse de un nuevo compañero que lo ayude a combatir su soledad y quizás a encontrar una manera de regresar a casa.

El dúo de realizadores Dan Kwan y Daniel Scheinert mejor conocido como los Daniels, ha logrado un filme absurdamente fantástico. A pesar de su irreverencia, Swiss Army Man (título original de la cinta) es muy coherente con lo que propone desde el principio hasta su enredado final, incluso, cuando este parece haber perdido todo sentido, nunca pierde la esencia de su disparatada propuesta. Pero los Daniels no sólo son realizadores de concepto, también son cineastas muy capaces que comprenden la importancia de cada plano elegido para contar su historia y lo logran con creces, conectando con la vista del espectador.

El corazón de esta historia es sin duda el actor británico Daniel Radcliffe, quien ha intentado despegarse al fin del papel que lo despegara a la fama, ha encontrado en un cadáver putrefacto y pedorro, el papel más radical y entrañable de su carrera, que si bien no lo hará borrar su imagen como el ex mago de Hogwarts, sin duda nos hace voltear a verlo hacia otra dirección más interesante. Sin embargo, no hay que dejar de lado a Paul Dano, a quien no sé que le haga falta para que ya lo consideremos uno de los mejores actores de esta generación. Sin duda lo es.

Swiss Army Man nos propone un viaje absurdo hacia lo irracional, con elementos muy básicos de comedia típica norteamericana como las flatulencias, erecciones y alusiones sexuales, por lo que en principio pudiera parecer otra tonta comedia gringa; sin embargo, el mérito de la película radica en la emotividad que le impregnan los Daniels a su cinta, como si se tratara de un cadáver al que le regresan la vida. ¿Cómo puede ser posible que una película haga de un chiste sobre un cadáver pedorreandose, una metáfora sobre el sentido de la vida?, aún no entiendo como, pero sigo impresionado con la emotividad con que lo hace y lo transmite (y no es broma).

La música juega un papel fundamental en esta película, pues gracias al score compuesto por Andy Hull y Robert McDowell, cantado por los mismos actores Dano y Radcliffe, la odisea de Hank y su cadáver alcanza tonos de emotividad sublimes. Un score que por medio de voces (el famoso doo woop) enfatiza desde el estado de ánimo más frenético hasta el más depresivo y melancólico del viaje, pasando claro por esa emotiva versión del tema de Jurassic Park.

Con audacia, el guión se vuelve un relato de sobrevivencia impredecible, cómico y conmovedor, donde las ideas y el humor emergen a un ritmo frenético, pero que se detiene para invitar a la reflexión de que lo que estamos viendo aunque nos parezca surrealista, en realidad nos ha golpeado directo a la cara.

La soledad, el miedo al abandono y lo que entendemos por muerte, son algunos de los temas implícitos en ese cadáver exquisito que es Swiss Army Man, un cúmulo de miedos existenciales disfrazados de escatológicos e inofensivos chistes.

Aunque Swiss Army Man no es perfecta (sobre todo rumbo a su inestable final), sí es una gran prueba de que existe vida creativa en el cine comercial.

Este quien les escribe celebra y aplaude la originalidad en las películas, porque la creatividad en estos tiempos de grandes producciones, representa un acto de valentía y abren una puerta por la que muchos otros se podrán ver tentados a entrar.

Que viva el cine.

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