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Draco Rosa, cantante, músico y compositor ha tenido una carrera muy productiva dedicándose a su proyecto de solista y lo demostró el pasado viernes en el Foro Indie Rocks donde encendió ánimos en un lleno casi total.

Draco Rosa ha estado en el medio musical durante más de 3 décadas que en años de artista equivale a una eternidad. Toda esta experiencia se nota en la presencia que tiene en el escenario, la forma en que se mueve pero principalmente en su extraña y contrastante relación con el público.

Tiene una dualidad interesante a la hora de subir al escenario. Por un lado es agradecido, humilde en sus palabras, se ve que se viste para estar cómodo en el escenario más que para apantallar y existe ese momento en el que se queda inmóvil al ver a su público corear las letras de sus canciones a todo pulmón. Pero hay otra parte de él que no tiene miedo a mostrar. La parte en la que le da la espalda al público mientras canta o dirige a la banda que lo acompaña, la parte en la que se observa completamente concentrado e inmerso en la interpretación de ese momento, esa parte que se oculta bajo sus gafas oscuras y el sombrero blanco que brilla en el escenario, la parte en la que parece que nada lo puede tocar porque él está sólo y disfrutando de su propia interpretación.

La única comparación que me parecería adecuada para Draco Rosa sería que verlo en el escenario es como ver a un pintor crear un cuadro. Se acerca al lienzo, lo observa y analiza durante un momento para aventar la pincelada que continúa con la obra para después dar un paso atrás y contemplar con toda la satisfacción del mundo lo que va creando.

Al mismo tiempo esta fascinación por su propio arte lo vuelve un poco caprichoso a la hora de compartirlo. Casi pareciera que no le importaría que fuera incomprendido mientras el pueda continuar teniendo la oportunidad de dar ese pincelazo en el escenario.

No teme a regresar o tener contacto con sus raíces, los inicios que tuvo en el mundo musical. Sorprendió a muchos realizando un cover con todo su estilo de una canción que él mismo escribió para su ex compañero de banda Ricky Martin. Su rockera interpretación Livin’ la vida loca convirtió el ambiente bohemio en una fiesta de canto y baile para el público.

Este tipo de presentaciones lo dejan a uno con una gran emoción de poder presenciar la creación en vivo pero un poco privados de la interacción con el mismo artista que únicamente cantó una canción más en el encore aunque el público no se cansó de pedir más.

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Diseñadora gráfica, amante de los helados, el sarcasmo, adicta a las películas y los libros, torpe y noventera hasta los huesos. Se rumora que me veo como “La chica del tatuaje del dragón” pero tengo corazón de pollo ahogado en miel. Son puros rumores.