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Aunque en estricto orden Capitán América: Civil War inició la tercera fase en el universo de películas de los estudios Marvel, Doctor Strange: Hechicero Supremo va a representar un punto y aparte en lo que está por venir a invadir las pantallas de cine.

Ciertamente Doctor Strange: Hechicero Supremo se siente como algo que no se había visto antes en ninguna de las vastas películas de superhéroes Marvelitas, debido a su planteamiento metafísico, un estilo muy psicodélico y efectos especiales menos explosivos y más interesantes conceptualmente. Pero asegurar que esta es una película transgresora de todo lo que se ha hecho antes en el Universo Marvel, sería juzgar sólo el empaque, o en el discurso de la película “ver sólo una de las dimensiones existentes”.

La película adhiere nuevos elementos a la narrativa del camino del súper héroe, los cuales añaden un cambio que ya era necesario, sobre todo al tratarse de otra historia de origen. Artes marciales, maestros ancestrales, poderes mágicos no adquiridos que se deben aprender y el elemento metafísico, son elementos que refrescan la gastada fórmula que Marvel había utilizado para explicar el origen de todos sus héroes anteriores; el camino de Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) no es ningún accidente, es por elección propia.

Sin embargo, considerando todas las posibilidades narrativas y de entretenimiento que abre la historia de Doctor Strange, la historia deja mucho que desear. Mientras que en la superficie vemos unos efectos realmente impresionantes que juegan con las percepciones de los escenarios, saltos en el tiempo y dimensiones caleidoscópicas, en el fondo la historia es tan débil como la mayoría de las películas de súper héroes. Y no es que se busque una obra maestra en esta película, simplemente se busca dentro de su estructura que los engranes sean buenos para hacer funcionar la maquinaria de entretenimiento, cosa que logra a medias.

Doctor Strange sigue teniendo las mismas debilidades que parecen ser ya un mal común en el cine de súper héroes: nuevamente tenemos la falta de un villano con personalidad, el que la película se enfoque en vendernos al nuevo juguete del universo Marvel con la promesa de “lo que puede llegar a ser” y lo peor, la película se siente nuevamente como un avance de lo que está por venir y no como una película sólida por si misma.

Entiendo que ese es el negocio de Disney y Marvel, pero luego de más de diez películas es un descaro el hacerte pagar por ir a ver como empieza un héroe que explotará su potencial hasta dentro de dos o tres películas, entre las cuales te vas a tener que chutar otras tantas más. Si yo fuera un fan de estas películas, me sentiría estafado a estas alturas.

Pero no todo es decepción con Doctor Strange: Hechicero Supremo, lo destacable son los efectos visuales, los cuales ya no se basan sólo en explosiones, si no en alterar el sentido de realidad en la historia (vale el 3-D) y el score de Michael Giacchino, el cual le da una atmósfera muy interesante a la película con respecto a sus antecesoras. Incluso en el soundtrack se pudieron poner más canciones psicodélicas que harían un gran viaje, pero ni en eso pusieron detalle.

No hay que ser Maestros multidimensionales para saber que el personaje de Doctor Strange y su introducción al universo Marvel con esta película, encantarán a la gran mayoría del público consumidor de súper héroes, lo cual no tiene nada de malo. Lo único que le pido a usted que lee esto, es que reflexione si en realidad estos estudios le están ofreciendo nuevo contenido que enriquezca su gusto por esta serie de películas o sólo le están vendiendo la misma historia de siempre, buscando que quiera ver la próxima película, esperando algo mejor.

Me sigue pareciendo irónico que las mejores películas del universo Marvel, son las que precisamente no parecen películas de Marvel, digamos Guardianes de la Galaxia, por ejemplo. Doctor Strange: Hechicero Supremo si parece una película de Marvel de principio a fin, lo cual no es precisamente destacable.

 

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