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The Neon Demon es un regodeo visual que gustará a quien adopte el capricho estético de Nicolas Winding Refn para regalarle una interpretación propia. Es como un árbol de navidad: por más hipnotizante que se vea, no deja de ser algo artificial.

A estas alturas de su carrera, queda claro que el cine de Nicolas Winding Refn no es para todos. Tras nueve largometrajes, el director danés ha experimentado en su filmografía con distintos ritmos narrativos y sobre todo con diferentes estéticas, en busca de un estilo que parece ir mutando con la pretensión del director, lo cual lo han llevado a contrastes muy marcados entre filmes poco afortunados (como Fear X, Bleeder ó Pusher) y otras realmente sobresalientes (Drive, Pusher III, Bronson).

Sin embargo, con Only God Forgives, llegó una nueva etapa en esta aparentemente interminable exploración de estilo de Winding Refn, en la que el cineasta antepone la estética por sobre cualquier otro elemento cinematográfico.

Este estilo impregnado de saturación de colores y contrastes, responde totalmente al estimulo que genera en el espectador, alterando sus sentidos y dejando a interpretación lo que el filme transmite, aunque dicha percepción esté muy alejado de la intensión inicial del director. En otras palabras, el público pone mucho más de su parte.

En The Neon Demon, Nicolas Winding Refn encuentra en el mundo superficial de la moda, la excusa perfecta para poner en marcha su estilo fílmico, basándose en lo visual por encima de todo.

Partiendo de un lugar común (la frivolidad de la belleza en el mundo del modelaje) utiliza sus mismos elementos característicos para transgredirlos, dirigiendo el filme hacia una mordaz crítica a ese sistema que aprisiona a la mujer dentro de una belleza idealizada. Entre encuadres compuestos, sets estilizados hasta el mínimo detalle y una saturación de colores en varias secuencias, su protagonista Elle Fanning deambula en un espiral de ensueño y pesadilla, buscando adaptarse a un mundo irreal, en búsqueda de su deseo por convertirse en modelo profesional en la escena californiana.

El quebrantamiento en el estilo visual de este filme, llega cuando toda esta artificialidad se rompe para dejar salir al demonio detrás del molde; la sangre se mezcla con brillantina, lo grotesco se mezcla con la belleza y los personajes mutan en seres animales que se dejan llevar por sus instintos.

A pesar de su interesante premisa e hipnotizante desarrollo, el gran problema con The Neon Demon llega cuando la película cae en lo que tanto criticó en su primera mitad, entregándose al estilo y abusando de la experiencia audiovisual que tan bien había manejado en su primer hora. El filme se regodea en su artificio, bombardeando al espectador con simbolismos que podrían ayudar a reforzar el concepto del filme (mismo que queda claro desde su primer acto) pero que terminan por ser meros caprichos que no aportan gran cosa a la historia. Aunque también es cierto que la historia es sólo un pretexto y no un conductor.

Me parece totalmente válido que un director se arriesgue a romper los convencionalismos de una película para transmitir una idea o estilo cinematográfico, pero, ¿por cuánto tiempo es válido?, ¿es necesario someterse a una experiencia audiovisual que le da tantas vueltas al mismo punto, sólo para justificar cada secuencia estilizada?

Alejandro Jodorowsky hizo algo similar con La Montaña Sagrada, pero el chileno no era cineasta, sólo encontró un medio por el cual podía expresar su ideología; Nicolas Winding Refn (fan de Jodorowsky, por cierto) es un cineasta, pero prefiere entregarse a la forma sin importar el fondo, lo cual se nota en ese estrepitoso y burdo final, donde la provocación alcanzada al inicio con imágenes contundentes, se vuelve risible e incluso desesperada.

Aún con su pretensión desmesurada, The Neon Demon es mucho más sólida que Only God Forgives, lo cual se debe en gran parte a sus protagonistas femeninas que hacen un gran y extenuante trabajo (mención especial a la estupenda Jenna Malone), cuyos personajes van tejiendo una atmósfera más real y cercana que la que pretende crear Winding Refn con artificios visuales y de edición. El soundtrack de Cliff Martinez funciona intensamente, dándole el contorno oscuro al saturado cuadro neon.

The Neon Demon es un regodeo visual que gustará a quien adopte el capricho estético de Nicolas Winding Refn para regalarle una interpretación propia. Es como un árbol de navidad: por más hipnotizante que se vea, no deja de ser algo artificial.

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