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Te Prometo Anarquía termina siendo un relato romántico común lleno de clichés disfrazados con temáticas poco exploradas y su aparente originalidad se va diluyendo conforme avanza la película.

Julio Hernández Cordón, nacido en Estados Unidos pero criado entre Guatemala y México, se ha caracterizado por un cine que con pocos recursos monetarios pero con gran talento narrativo, logra abrir ventanas a temas de la realidad social de Guatemala y México.

Esto por medio de historias sumamente interesantes, una estética discreta pero eficaz y sobre todo, con personajes dotados con el poder suficiente para llevar una historia y conectar con el público.

En Te prometo anarquía Hernandez Cordón se adentra en la capital de México para contarnos la historia de Miguel y Johnny, dos amigos skaters que se conocen desde niños, quienes además de la relación sentimental, están involucrados sexual y económicamente, debido al negocio clandestino de vender sangre de otras personas para narcotraficantes. Una historia de amor underground en una de las ciudades más grandes del mundo.

En este relato, sin duda lo más destacable es su interesante y acertada estética a cargo de la fotógrafa María Secco, quien le aporta sobriedad y sensibilidad al lado más oscuro de la Ciudad de México. Además en los paréntesis surrealistas de la trama, construye momentos visuales realmente sublimes, en los que el tiempo parece ir a una velocidad distinta y mucho más reflexiva que el resto del filme, como en la escena dentro de los estudios Churubusco, donde un fondo blanco envuelve a los dos protagonistas en un vacío existencial o la estupenda secuencia dentro de la pipa, en la que un rojo intenso apenas deja distinguir el género de los participantes dentro de ese acto de pasión, como mandando un mensaje de amor incluyente entre siluetas.

Lo criticable de este largometraje es el poco peso que su director y también guionista, Julio Hernández Cordón, pone en la historia de amor imposible y pasión desenfrenada que nos quiere vender desde los primeros minutos de la película; esto se debe a cual a las diferentes líneas argumentales secundarias, que intentan sumergirnos en el caos de su ambiente, pero que terminan siendo un mero pretexto para contar otro tipo de temáticas que poco aportan al gancho principal de la película, quitando poder a lo más interesante de la historia: la relación de Miguel y Johnny.

Tenemos una historia de amistad con tintes pasionales, pero también tenemos: un trío amoroso, un vistazo a la cultura skate del DF, un retrato de clases sociales, un tour por la Ciudad de México, un reflejo crítico de una generación perdida entre los problemas de la sociedad mexicana, una alegoría al vampirismo con la vida social adolescente y hasta un vínculo con el narcotráfico a través de “vacas” listas para “ordeñar.

La desconexión con la trama principal es tal que el director busca recuperarnos en el último acto en un montaje, con secuencias cursis que parecen sacadas de cualquier otra película romántica de menor calidad (esa secuencia de Miguel soñando con Johnny en un parque, por ejemplo). Además, esos diez minutos fantásticos del final, hubieran funcionado mucho antes en la película y aún así, no cambiaba absolutamente nada de la película.

Tras prometer una historia anárquica en sus primeros minutos, Te Prometo Anarquía termina siendo un relato romántico común lleno de clichés disfrazados con temáticas poco exploradas y su aparente originalidad se va diluyendo conforme avanza la película. Por ejemplo, es imposible no recordar el cine de Gus Van Sant, en el que Mala Noche y Paranoid Park comparten temáticas similares, pero con resultados muy distintos y mejor logrados.

Sin embargo, estoy convencido de que Julio Hernandez Cordón tendrá en este largometraje, su mayor éxito de taquilla y el reconocimiento que ya se le habría tenido que dar desde sus trabajos anteriores. Esto debido a que Te Prometo Anarquía se adapta al lenguaje de las generaciones jóvenes, con recursos condescendientes como las secuencias de patinetas ó el montaje romántico de Miguel y Johnny, ambos musicalizados y con un montaje muy similar al de un videoclip.

Aún así, Te Prometo Anarquía es una película que vale la pena ver por sus dotes cinematográficos que por momentos logran conjuntar la gran idea y la propuesta de la película, aún cuando al final, todo lo que intenta compenetrar en la historia, no termine de conectar. En otras palabras, el que mucho abarca, poco aprieta.

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