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Sin haberse estrenado la nueva película de DC y los estudios Warner Brothers, Suicide Squad ya era poco menos que la peor película del año. ¿Cómo pudo ser eso posible?

Básicamente gracias a ese absurdo fenómeno dentro de la industria cinematográfica en la que el espectador juzga una película sin haberla visto con base a lo que la critica opina, asumiendo que es la verdad absoluta.

Pero, ¿Suicide Squad realmente es tan mala?

No, no lo es. Es cierto que no es una buena película y que termina siendo un desastre total en pantalla, pero cumple con el cometido que este “cine de súper héroes” busca y que parece se nos olvida: entretener para vender.

Se dice que el problema de DC y Warner en el cine es que están en una lucha desesperada contra Marvel y Disney, siendo esto lo que los ha hecho fallar; yo sigo creyendo que el peor enemigo de DC y Warner, son ellos mismos.

La trama (para aquellos que no estén familiarizados con los cómics como yo) es muy básica y es una muy usada dentro del cine: los habitantes de un lugar se ven amenazados por un peligro descomunal, tan maligno que necesitan de la ayuda de hombres muy peligrosos, forajidos, criminales fuera de la ley para protegerlos.

Es por ello que se forma el Suicide Squad conformado por Dead Shot (Will Smith), Harley Quinn (Margot Robbie), Rick Flag (Joel Kinnaman), Captain Bumerang (Jai Courtney), Killer Croc (Adewale Akinnuoye-Agbaje), Katana (Karen Fukuhara) y El Diablo (Jay Hernández).

La primer hora es divertida e incluso interesante con la presentación bien armada de cada uno de los integrantes del escuadrón suicida, resaltando las habilidades de cada miembro, remarcando a cada uno con una canción diferente.

A pesar de su estética emo que parece sacada del metroflog o My Space de un adolescente de los tempranos 2000, Suicide Squad respeta un estilo sobre el cual construye el sub-mundo de los villanos, digamos que la otra cara de la moneda con respecto a la oscura pero “realista” armonía en el mundo de los súper héroes de DC. Sin embargo el auto-saboteo de Warner llega muy pronto al abusar de lo que en raciones más pequeñas le hubiera funcionado mucho mejor.

No hablaré del villano de la película por que en realidad sólo es un mero pretexto para probar a los anti-héroes con su público. Pero del que si puedo hablarles es del Joker, ese espantoso, exagerado, desgraciado y desafortunado Joker interpretado por Jared Leto. Sin compararlo con otros actores que han interpretado al Joker, Jared Leto se esfuerza demasiado por darle un giro al personaje, cambiando la locura característica y muy carismática por una maldad que podríamos ver en cualquier villano de cualquier película.

Mejor hablemos del verdadero villano de esta película: la edición.

Luego de una buena hora de película, esta se va descomponiendo por su edición, la cual pierde el buen ritmo que tenía y va dejando agujeros narrativos en donde no pasa absolutamente nada (¿o acaso el ver al escuadrón recorrer caminando toda la ciudad era trascendente en la historia?)

De la edición viene el montaje, mismo que pierde las ideas de locura y anti-heroísmo con las que inicia el filme, cambiando el tono bruscamente a uno mucho más emocional por medio de flashbacks y largas e insoportables secuencias en cámara lenta.

Sin embargo y en contra de cualquier lógica,  Suicide Squad no aburre y entretiene bastante, en gran parte gracias al encanto tanto de los personajes como del concepto mismo al que claro, se le pudo haber sacado mucho más.

Eso si, nadie podrá refutar el hecho de que esta película tiene el mejor soundtrack del año y además sorprendentemente lo usan muy bien en cada escena. El mejor, en serio, no exagero.

Sin ser una gran película pero tampoco una muy mala, Suicide Squad es una película más en el saturado catálogo del cine de súper héroes, pero una que logrará satisfacer el hambre de los amantes de las adaptaciones de cómics, en esa larga espera para que salga otra película de súper héroes. O sea en un par de semanas.

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