Publicidad

Niña, la banda originaria de Monterrey, regresó a la CDMX después de años de ausencia. Con una trayectoria de 20 años, vinieron a dar cátedra sobre cómo consolidar una base de fans en donde se paren.

Cuando Niña tocaba en garages y recintos pequeños a finales de la década de los 90, el Internet como lo conocemos actualmente no existía. Tener un celular era un lujo, con tarifas altísimas y una primera generación de cibernautas mexicanos comenzaron a intercambiar información mediante correos electrónicos.

Fue en esta época que Niña, en un rincón de Monterrey comenzó a abrirse camino entre la escena independiente (si es que le podemos llamar así).

De eso ya 20 años.

Ahora yo, con 29 años de edad pude ver por primera vez a una de las bandas de culto más reconocidas en México y seguro que en algunas partes del mundo.

Niña los conocí hace poco más de 10 años, por ahí del 2004-2005. Sí, soy de la generación de la muerte de Radioactivo y del boom de Reactor. Me tocó conocer bandas por MySpace y Niña fue una de ellas.

Fotos de Niña – se leía en mi smartphone. Me postulé de inmediato y confirmaron mi acreditación.

Llegué puntual, a la hora que marcaba el flyer que vi en el evento por Facebook. Hace 10 años todo hubiera sido muy diferente. No habría recibido el mensaje por Telegram ni hubiera podido consultar los detalles del evento en una red social.

El Pasagüero fue el recinto donde se llevaría a cabo la tocada. Ya había jóvenes esperando el acceso. Yo traía mi cámara y un libro, esperé en la entrada y pasadas las 9 de la noche formaron a todos para ingresar de manera ordenada.

No sé cuánto tiempo ha pasado de no ir al Pasagüero, pero ha cambiado notablemente. Ya hay una barra para las bebidas, una zona preferente y muchas bocinas por todos lados.

Los pocos asistentes que ya habían llegado comenzaron a beber cerveza. Algunos inmediatamente se colocaron frente al escenario para poder ver mejor. Yo hice lo primero, compré una cerveza y me arrinconé para observar a los que iban entrando.

A las 10 de la noche salió una primera banda abridora: Los FRVRS (se pronuncia forevers). No los conozco, pero tengo un smartphone con internet e investigo un poco sobre ellos.

Me gustó su música. Se esfuerzan y son honestos con sus habilidades musicales. Tienen ideas rítmicas muy agradables y cambios bruscos que prenden al escucha. Encontraron una fórmula: comenzar a tocar despacio, con vocales pobres, para luego explotar la batería y el bajo.

Fueron recibidos por menos de 50 personas y finalizaron con alrededor de 100, entre aplausos y gritos de aprobación. Por supuesto que les tomé fotos.

fovrs_pasaguero
Los FRVRS

Mientras se preparaba el equipo para la siguiente banda yo fui por otra cerveza. El lugar cada vez se veía más lleno y el público era mixto: jóvenes y adultos (más de éstos últimos). Y es que si Niña tiene 20 años de carrera, es lógico encontrar a más nostálgicos entre la gente y alguno que otro despistado que fue a conocer o porque le invitaron la entrada.

El turno fue ahora de Buffalo Blanco, también originarios de Monterrey. Un rock folk bien consolidado. Mucha experiencia proyectada en sus instrumentos. Tampoco los conocía pero la tecnología jugó a mi favor y pude ser fan de ocasión al momento.

El show se extendió un poco más que Los FRVRS, tanto así que además de tomarles fotos también pude beber una tercer cerveza.

buffalo_blanco_pasaguero

Ahora sí, el momento esperado por todos. El lugar estaba a reventar. Alisté la cámara y aseguré mi lugar para poder tomar buenas fotos. Los integrantes de Niña salieron tranquilos al escenario. Conectaron sus propios instrumentos, ajustaban volumen, ecualizaban y conectaban cables en donde podían.

Sí, iba a trabajar pero también iba como un fan más. Todo está bien, toma fotos durante las primeras canciones y luego disfruta del show, me decía, mientras no toquen Sistema Perfecto todo estará bien.

Yo creo que me escucharon los de Niña, porque comenzaron con Sistema Perfecto y todo el mundo enloqueció menos yo que no podía en ese momento. Cantaron en coro, aplaudieron, gritaron eufóricos y supe que la banda se ganó al público en menos de 20 segundos. Un año de experiencia por segundo.

Capturé momentos durante las primeras tres canciones y luego me mezclé entre los asistentes para disfrutar de un tremendo show lleno de nostalgia.

Niña es una banda única. Mientras los veía tocar en el escenario observaba también al público. Mucha gente mayor, parejas, todos sonrientes, cantando desde sus lugares.

No me había dado cuenta de algo hasta esa noche, Niña tiene muchísimos éxitos. No son una banda de 3 o 4 sencillos y ya. Tienen discos enteros muy queridos. No puedo imaginarme las miles de historias detrás de cada canción con la cuál un fan se sienta identificado.

Corearon de principio a fin. Yo bebía una cerveza más. Hacia el final me sentía cansado y decidí sentarme en las mesas ubicadas detrás del escenario. Ahí estaban integrantes de Buffalo Blanco bebiendo y otras mesas con grupos de amigos y parejas.

Para nosotros, Niña es el soundtrack de una parte de nuestras vidas. La mía me remonta 12 años atrás, en mis años de preparatoria, cuando escuchaba su música en la computadora, mientras soñaba con ser periodista y fotógrafo en mi mundo a color.

nina_bajista nina_banda_rock nina_en_vivo nina_guitarra_pasaguero nina_guitarrista nina_sistema_perfecto nina_vocalista

Deja tu comentario: