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La Lupita tuvo gran noche tras el festejo de sus 25 años de carrera teniendo como invitados a más de 3000 fans que corearon 28 canciones de su repertorio.

A pesar de las marchas y el tráfico habitual de nuestra CDMX, el festejo de La Lupita fluyó como pactado para las 20:30 horas del viernes 24 de junio.

La voz en off daba la tercera llamada y con ello el inicio de la esperada reunión con la tan querida Lupe, que no traía la alineación original, pero sí el anecdótico regreso de Rosa Adame.

Las luces se apagan por un instante, aún así se aprecia la entrada de cada músico para tomar su lugar en el sencillo escenario, que sería el podium para recibir los ensordecedores gritos y aplausos por parte de los asistentes.

8:58 p.m. y Antena sería el primer tema con el que las luces robóticas comenzarían a girar. La cara de alegría de cada integrante de La Lupita no tiene comparación. Salieron, tal vez, con algo de nervios, pero a leguas se les notaba la ansiedad por tocar y decir: ¡lo hicimos!

Ha sido un camino duro, con altibajos, normal en el mundo de la música. Se dice fácil pero son mas de dos décadas que permanecieron en el mainstreim español, lograron canciones que son básicas para todos nosotros.

La expresión de Héctor Quijada lo dice todo. No hay placer comparado, no hay dolor ni pasado. Los fans vibraban, gritaban, querían correr a ellos para abrazarlos. Las butacas lo impedían.

Tras un suave y fino inicio, Rosa lucía un miriñaque, al estilo del siglo XIX, y Héctor alzaba su voz con No voy a volver y El Ombligo de la Luna. Es todo un orgasmo, susurraba.

La Lupita es de las pocas bandas que fueron abiertas a diferentes corrientes y su forma de ver el entorno musical hizo que sus temas trascendieran o se tatuaran en la memoria.

Al fondo se apreciaban los sencillos visuales, pero en realidad era lo de menos porque los Lupitos solo querían escuchar a su banda.

Siguieron con Hasta Morir, contenido en el Lupitología del 2005, y fue con Me Cae que la primera tanda bien nutrida de alaridos retumbaba el Metropolitan.

Del album Pa’ Servir a Usted sonó ¿Qué estas haciendo?, con Maldito Amor y Batalla, que fue donde el tronido de una bocina molestó a algunos asistentes. No pasó a mayores, el staff lo solucionó y la fiesta siguió.

Del Te Odio lanzaron Mente Caliente. Entre canciones tomaban descanso para hidratarse y secarse el sudor que era el sacrificio válido. Sencillo, se entregaron por completo.

El combo de gritos emocionados seguía con Too y Toos Tatoos, ligada con El Funeral del Payaso, ambos temas editados en el álbum Qué Bonito es Casi Todo.

Íbamos por la interpretación del corte numero 12, su nombre: Gira Para Mi. Tras la pausa y cual fiesta casera, con buen gesto Quijada tomó su vaso rojo y brindó; un sorbo y lo compartió con su fan de primera fila.

Y para las bellas mujeres de todas las edades, colores y tamaños, porque son hermosas, cachondas (sic), tocaron Diva de Bar (del Caramelo Macizo, 1998). Los aplausos crecían, pero el tiempo corría.

La parte emotiva del gran concierto llegó cuando Héctor, emocionado, con alegría, anunciaba y daba la re-bienvenida a Rosa. Agradecía la asistencia, y el hacer posibles los 25 años de La Lupita.

Los acordes de un funk tranquilo sonaban. Era la antesala de El País de la Lujuria. Continuaron con Pa’ Lariza, que como anécdota, fue la canción con la que adicionó el buen Quijada para ingresar a la banda.

Era el turno de Te odio y los ánimos crecieron; los que estaban sentados brincaron inmediatamente cuando sonó el gran, gran clásico: Supersónico.

Para recordar al Príncipe de la Canción, tocaron Gavilán o Paloma. Una pausa era necesaria, y tras la flauta del sampleo de Jorobita (Cri-Cri) los fans sabían que comenzaría El Camello.

Parte de la celebración era presentar Mecha, el nuevo sencillo que cuenta con la colaboración de Niña Dioz y Alika.

Con ello se sintió un calma, donde tal vez por ser un tema nuevo y medio rapeado, a los lupitos de hueso colorado no les termina por cuajar. No corearon.

Es cuestión de tiempo, porque eso caracteriza a La Lupita, buscan renovarse y utilizar el panorama musical de la época. La diversidad enriquece.

Lamentablemente el inmueble no se prestaba para armar el slam cuando cantaron El Rey Leonardo. Breve corte e inmediatamente después venía Ja, Ja, Já, uno de los temas más alabados y coreados en la noche.

El reloj marcaba las 10:26 pm con el encore del brazo, mientras el monstruo de mil cabezas gritaba a todo pulmón: Oé, oé, oé, Lupe, Lupe. Y esto no termina.

El tema 23 de la fiesta era Llévame, continuando con Arrójame, y la rápida-corta Jalando Imecas.

Contrabando y Traición, otra clásica, que nos llevaba al borde de la locura; y si no era suficiente Paquita Disco fue el momento que todo mundo esperaba.

Bailar, reír, alzar las manos, gritar, sudar, y recordar todos esos momentos de gloria. Por eso era merecido el aplauso para los de arriba, los de abajo, para el staff, para la banda, para todos.

En el puente musical era justo también presentar a los músicos, culpables de esta gran noche: el joven Roberto Palomo en el bajo y de tierras regias a Mersi en la batería. Oriundo de Veracruz Erick García con su teclado, acordeón y coros. Obvio era la ovación para Lino Nava con su guitarra, Rosa Adame en la voces, y el frontman Héctor Quijada.

Cada uno se aventó un solo maravilloso que reafirmaba su calidad de músico y del por qué forman parte de la legendaria Lupita.

La cereza del pastel llegó con el tema 28: El Vals del Buen Viaje, canción la que La Lupita nos deseaba buen regreso a casa.

Cuando la Lupe esta en el escenario, en nuestros oídos todo es más grande, todo es más vivo, todo tiene luz. En medio de todo palpita el corazón de sus fans.

La Lupita abre alas para volar, y tiene el valor para brillar entre la luz. Y así llegó al final la velada, con ganas de volver a encontrarnos en algún lugar, en algún otro momento.

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Productor de radio / Locutor de DoReBeat, 94.9 FM @ Mty. Manager de bandas independientes & tatuadores.